12.2.06

Los amantes

El humo de su cigarrillo me alteró.
Confundido entre olores y sabores,
sentí en su lengua otro nombre.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

El sabor de los amantes, el vino de los amantes, su sudor, su candencia...

Desconocidos que gatillan mil orgasmos, para mirar friamente la pasion que supieron liberar


y volverse a la rutina seductora
de la carne y el placer secular....


Eugi...escribes hermoso..

Anónimo dijo...

los amantes son el otro lado del amor, ese lado que conjura contra la desidia y las reglas, que juega sobre su juego, se vuelca sobre su costado más húmedo la lascivia más honda y entonces...todos los humos, todas las lenguas, todos los nombres...

@Igna-Nachodenoche dijo...

¡¡¡Que bueno!!!
En tan breve.
Felicidades.
Besos.

Anónimo dijo...

Nada más hermoso que un amante

Anónimo dijo...

El beso de Rodin.

Anónimo dijo...

Quiera Dios no se nos escabulla un nombre indebido en medio de tanta pasión!

Anónimo dijo...

Tendré caminos si no tengo tierras? Alguien tendrá ganitas de descubrirlos?

Eugenia dijo...

me has hecho reir Juan sin tierra con tus ocurrencias...... de donde eres?
gracias por volver, y a Ignacio y a Edmundo por sus comentarios asiduos...

Anónimo dijo...

Me candidateo. Quiero ser amante; uno bueno... o no.

Anónimo dijo...

Qué bonito! Hermosas imágines, dos que se aman. O tres, no sé.

Anónimo dijo...

ah, bueno! Adrogué, para qué lado de la Estación? Pero yo no fumo, qué lástima! Pero por vos, hasta el humo de un habano me trago.

Anónimo dijo...

No sé por qué el humo del cigarrillo altera a las personas. A veces, como en este caso, es un velo, una separación, una distancia.
Maravilloso el poema. Absolutamente concreto y certero. Creo que todos, alguna vez, sentimos el otro nombre en una lengua que, creimos, nos pertenecía.
Bravísimo.

Pablo